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sábado, 20 de octubre de 2012

90.000 km con el Abarth 500



Dos años y dos meses. Eso es lo que nos ha costado llegar a los 90.000 kilómetros con el Abarth 500 que acogimos para la prueba de larga duración que te hemos ofrecido en Autoblog. Un desafío que afrontábamos por primera vez para sacarnos las dudas sobre la fiabilidad de los coches italianos, puesta en entre dicho una y otra, y otra vez.

El coche, ya lo sabes, nos conquistó desde la primera prueba. Tenía sus defectos, no es el más rápido ni el más efectivo de su categoría. Tampoco el más económico.

Pero destila carácter y personalidad, y sobre todo, te enamora con la manera de moverse y sonar que tiene. Es de esos coches que no te cansas de conducir, y que en cada tramo de curvas es capaz de devolverte la sonrisa a tu semblante.

Este mes de octubre hemos llegado a los 90.000 kilómetros, y aunque nuestro objetivo original era llega a los 100.000 kilómetros, tenemos una gran duda por delante a solucionar: ¿Seguimos los 10.000 kilómetros restantes? ¿o damos la prueba por superada ya? Y es que, por motivos ajenos a nuestra voluntad, y relacionados con cláusulas temporales del proyecto, hemos tenido que afrontar esta cuestión 10.000 kilómetros antes de la cuenta.

Vamos a contarte lo que nos ha pasado desde el último reportaje que te ofrecimos del coche, hace ahora 8.000 kilómetros, y plantearte las posibilidades del coche.


Desde la última ocasión en la que te hablamos de nuestro Abarth 500, a mediados del mes de agosto, nos hemos tragado otros 8.0000 kilómetros (como ves, andamos con un ritmo de 5.000 kilómetros mensuales nada menos). La mayor parte de ellos han tocado en viajes de trabajo, para cubrir eventos, presentaciones, y reuniones relacionadas con el funcionamiento de esta web que tanto te gusta (supongo, espero y deseo) como es Autoblog.


Por ello, el 85% del tiempo, estos kilómetros han sido de autopista, autovía y carreteras nacionales, acumulando "horas de vuelo" sin ningún tipo de novedad en cuanto al estado o comportamiento del coche.

Pero que no hayamos encontrado pegas rodando con el coche no quiere decir que no nos hayan sucedido algunas cosas en estos dos meses. Para empezar, nos dio la casualidad de que se nos fundieron dos bombillas en cuestión de unas pocas horas. El faro delantero izquierdo de cruce se nos quedó con la bombilla fundida. Nos paramos a cambiarla, para encontrarnos con una agradable sorpresa.


Y es que tras años trabajando en un taller mecánico, y haber sufrido cambios de bombillas imposibles (Fiat Stilo, 206, Rover 75...) abrimos el capó para encontrarnos un sistema extraordinariamente sencillo. En menos de cinco minutos, y sólo ayudados de la linterna del móvil, nos encontramos con la bombilla cambiada, y la ruta retomada.

Además, no podemos olvidarnos de agradecer al display multifuncional central del cuadro de relojes su agradable información sobre las bombillas fundidas, aunque para esta luz de cruce su aviso resultaba redundante (conducir "tuerto" de noche se hace notar).

Pero al poco tiempo se nos fundió también una bombilla de la matrícula. Esta luz sí que nos habría costado percatarnos de que se había "ido", por lo que resultó interesante que el coche nos llamara la atención.

En otro orden de problemillas menores, dejamos el coche aparcado en un área de servicio para repostar... café, en uno de nuestros múltiples viajes relámpago a Barcelona, cuando al salir nos encontramos que un "amigo de lo ajeno" había vuelto a jugar con el Abarth.


Nos había robado una tapa de plástico negro que cubre los cables electrónicos que llegan al retrovisor para mover el espejo y calefactarlo. ¿Para qué quería el plástico? Para nada, eso seguro. Pero hay gente que no entiende lo que es la vida sin fastidiar al prójimo. También había intentado robar una de las insignias de los laterales, dejándonos, de nuevo, una fea marca en la pintura del coche con la llave con la que había hecho palanca. A veces uno se pregunta dónde está el civismo en nuestra población.

Cambiando de tercio, y volviendo a lo que es la prueba en sí misma, ahora que nos acercamos a su final, te vamos a repasar los consumos medios del coche. En los 90.000 kilómetros recorridos hemos alcanzado una cifra media de 7,8 litros a los 100 km. Esta cifra es la media, pero es algo variable.

En trayectos "alegres", pero "no demasiado ilegales" de autopista y autovía, uno puede rondar los 7 o 7,2 litros cada 100 kilómetros de consumo medio. Si nos ponemos más serios, o afrontamos un puerto a ritmo alegre dentro de ese trayecto, podemos subir hasta esos 7,8 litros a los 100, cifra que queda además reforzada por el consumo medio en entorno urbano.


Para nosotros, el mito de la baja fiabilidad de las marcas del Grupo Fiat se queda en eso, en mito, porque este Abarth ha salido fiable, y encima no tiene grillos ni un desgaste marcado en
El coche puede gastar más, sin duda. En sitios como Nürburgring, o nuestro tramo de curvas favorito, podemos promediar 11 litros a los 100, pero raro será ver una cifra más alta.

Es, por tanto, un coche que gasta poco combustible para lo rápido que se mueve, y nos permite divertirnos sin gastar demasiado dinero en el proceso. Algo que queda reforzado por unas facturas de mantenimiento (cada 30.000 kilómetros) que no son para nada elevadas, recambios consumibles económicos, y neumáticos que, bueno, tampoco son carísimos.

Hablando de neumáticos, nos reforzamos en la idea de que las Michelin Pilot Sport 3 son las mejores gomas que hemos probado para este coche. Ofrecen un agarre genial en seco y en mojado, y no sufren apenas desgaste, aunque conduzcamos haciendo el bárbaro. Sí, son más caras que las ruedas de otros fabricantes, pero créeme, merece la pena el gasto extra, porque lo amortizas con el extra de duración.

Con ganas nos quedamos, al menos de momento, de probar una monta más racing (resulta que hay Pilot Sport Cup para esta medida, y no lo sabíamos) y algo más invernal, como unas Alpin, para afrontar las lluvias y las nieves con menos temores (en dos años, hemos cruzado más de 12 nevadas, algunas realmente extremas, de las que dan miedo sin cadenas ni neumáticos de invierno).


El coche ha envejecido de manera fenomenal. Te lo creas o no, no hay un solo grillo en el habitáculo, y eso que hemos circulado por circuito y por carreteras rotas. Sólo se aprecia algún ruido en el guarnecido del techo solar, pero tras ser ajustado en el taller, dejó de hacerse notar.

Los plásticos, los cueros, todo ha envejecido de tal manera que parece que tiene muchos menos kilómetros de los que realmente caen sobre él. Un buen ejemplo es el aro del volante. Tras tantas horas de conducción (unas 1.300 aproximadamente), resulta increíble que la piel no se haya desgastado prácticamente nada. Algo que en coches anteriores (Mazda, Volkswagen, Peugeot, Nissan...) nos había sucedido mucho antes.

De todo lo que se puede tocar y ver del coche, el exterior (por rayones y chinazos), y el juego de la palanca de cambio, ligeramente acrecentado, son las únicas dos maneras de adivinar que el coche no tiene 10.000 km, en lugar de casi diez veces más.

Los amortiguadores tal vez sean el otro aspecto que más dejan notar sus kilómetros. Y es que si te montas en un coche idéntico pero nuevo, notas que controlan mejor a los duros muelles, dejando lugar a menos botes. Si siguiéramos con la prueba, tocaría cambiarlos, y apostaríamos por el kit FSD.


En toda a prueba, el único problema reseñable que hemos tenido ha sido la rotura del motor de arranque, poco antes de los 50.000 kilómetros, que nos dejó tirados sin arrancar en un pueblo de la sierra madrileña. Sustituido en garantía, no podemos poner más pegas a la mecánica, que consideramos más que fiable. De todos los coches que hemos tenido tantos kilómetros desde nuevos, es el que menos problemas nos ha dado, y eso habla mucho a favor del pequeño italiano fabricado en Tychy, su acabado y sus ajustes. El tema de la fiabilidad italiana, al menos con este coche, ha demostrado ser una fama no merecida.

¿Una conclusión? El coche nos ha encantado, tanto que seguimos "perdidamente enamorados de él", aunque hay aspectos, como el Blue&me, la falta de una sexta marcha, o la ausencia del control de crucero, que nos gustaría que cambiaran
Vamos, que se lo aconsejaríamos comprar a cualquiera al que le guste la estética del 500, y busque un coche pequeño con el que divertirse. Los hay más rápidos, los hay más efectivos, pero como paquete completo, diversión-estética-pasión-intangibles, es difícil de batir.

Obviamente, tiene aspectos que no nos gustan, por ejemplo el sistema Blue&Me, por ejemplo, está muy lejos del sistema UConnect que ya monta el 500L, con el equipo de sonido Beats, así que habrá que esperar a que lo integren en este 500. Tampoco convence el tacto de la dirección, algo artificial y sin demasiada información llegando a nuestras manos, pero te puedes creer que al final te acostumbras y te olvidas del problema.


¿Una conclusión final? El Abarth 500 es de los pocos coches de los que no me he aburrido, a nivel personal, de tener en mi garaje. Y eso a pesar de haber estado más de dos años allí, compartiendo aventuras conmigo. Vale, me gustan los coches potentes, y eché en falta montarle el kit SS, pero lo cierto es que el 500, con sus 135 caballos largos, se ha demostrado más que suficiente para arrancarme una sonrisa en cada paso de montaña.

Volviendo de presentaciones y pruebas de coches mucho más potentes (911, GT-R) y de productos más completos (Golf, León), me ha bastado pasar 5 minutos con él para volver a apreciarlo. Y cada vez que lo he aparcado en el garaje, no he podido resistirme a volver la mirada hacia él mientras caminaba hacia mi casa, para contemplar su estampa "a zapatilla deportiva" que tanto me ha gustado.

¿Y ahora qué? Pues nos planteamos dos escenarios. Podemos quedárnoslo, completar la aventura de los 100.000 kilómetros, y iniciar una nueva, preparando el coche para ver cómo responde cuando lo aprietas hasta cerca de 200 caballos (y eso con toda la kilometrada que ya tiene a sus espaldas). O podemos optar por dejarlo ir, dándole el aprobado, tras cumplir con todo y con más de lo que esperábamos de él.

Os contaremos nuestra decisión pronto, pero sea como sea, no podemos hacer otra cosa que aplaudirle.

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